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Sáez, Adrián J.
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Sáez, Adrián J.
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- PublicationMétadonnées seulementEl teatro de Miguel de Cervantes(Madrid-Frankfurt: Visor Libros, 2016)
; ;García Aguilar, IgnacioGómez Canseco, LuisTras años recaudando impuestos por Andalucía para la Armada Invencible, Cervantes, que había conocido el éxito en las tablas a su vuelta de Argel, volvió a la corte para, entre otras cosas, retomar labores como dramaturgo, pero se topó con el muro infranqueable de unos comediantes atentos a otros intereses y otra estética. De esa imposibilidad de llevar sus comedias a la escena nacieron las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, impresas en 1615. Desde entonces hasta hoy, el teatro cervantino ha pasado por ser el hijo menor y aun tonto de quien escribiera el Quijote o el Coloquio de los perros. Pero Cervantes es siempre Cervantes. La construcción dramática de su obras se presenta como una suma de acciones que avanzan en paralelo y que mantienen una correspondencia temática, ideológica o simbólica, para entrecruzarse, entrar y salir de escena y multiplicar el espectáculo. Al tiempo, la materia de sus comedias es la misma que alimenta del resto de su obra, donde los personajes crecen en densidad y parecen sacados de la vida, donde los juegos entre ficción y realidad se multiplican, donde las tramas no acaban mal ni bien y donde, como en la propia existencia, todo queda al final por resolver. Leer este teatro es leer a Cervantes mismo. Con este libro pretendemos ofrecer al lector una imagen clara y sencilla de la dramaturgia cervantina, generalmente marginada por la crítica, analizando la relaciones de Cervantes con el género de los comediantes contemporáneos, así como el carácter reivindicativo de las Ocho comedias. Se aborda asimismo un estudio detenido de Numancia como tragedia, de las comedias compuestas al regreso del cautiverio y de las publicadas en 1615, junto con los ocho entremeses, en los que Cervantes reinventa y dignifica un género menor, convirtiendo la risa en sátira. Por último, se indaga la puesta en escena que conllevan comedias y entremeses, así como la trayectoria de representaciones del teatro cervantino desde el siglo XVI hasta la actualidad y sus recepción crítica. - PublicationAccès libreM. de Cervantes. Pedro de UrdemalasComedias y tragedias se presenta en dos volúmenes: el primero, incluye la edición al cuidado de Luis Gómez Canseco de los textos teatrales cervantinos, y el volumen complementario recoge estudios y anejos de Fausta Antonucci, Alfredo Baras Escolá, Sergio Fernández López, Ignacio García Aguilar, Luis Gómez Canseco, Valentín Núñez Rivera, Valle Ojeda calvo, Marco Presotto, José Manuel Rico García, Adrián J. Sáez, Debora Vaccari, Beatrice Pinzan y Martina Colombo. La obra contiene la edición de ocho comedias –El gallardo español, La Casa de los celos y selvas de Ardenia, Los baños de Argel, El rufián dichoso, La gran sultana doña Catalina de Oviedo, El laberinto de amor, La entretenida, Pedro de Urdemalas– y de las piezas manuscritas El trato de Argel, Tragedia de Numancia y La conquista de Jerusalén por Godofre de Bullón. «Torné a pasar los ojos por mis comedias y por algunos entremeses míos que con ellas estaban arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciesen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros autores menos escrupulosos y más entendidos», explica Cervantes en los preliminares a la edición de las comedias de 1615. El autor urdió todo ese prólogo para reescribir la historia del teatro en España, reservándose un puesto señalado, un éxito punto más que considerable y la autoría de invenciones diversas, como la reducción de las comedias a tres jornadas o el uso de figuras morales para mostrar los vaivenes de la conciencia. Cervantes quiso indagar en un arte propio de hacer comedias, rompiendo para ello con no pocas de las convenciones del teatro clásico y en un modo diverso al del otro arte, el nuevo. Por ello muchas de las comedias cervantinas no tienen un desenlace como tal, no acaban mal ni bien, sino que convergen en una cadena de hechos más o menos casuales, que no terminan por resolver definitivamente nada. Si bien se piensa, es lo que sucede con novelas como Rinconete y Cortadillo, el Licenciado Vidriera o el Coloquio de los perros y con varios de los mismos entremeses. Y es que, por más que escribiera para las tablas, Cervantes es siempre Cervantes.